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domingo, 26 de junio de 2016

Junio2016/Miscelánea. EL FIN DE LA SOCIALDEMOCRACIA

LA SOCIALDEMOCRACIA HA MUERTO
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Los que durante nuestra infancia y adolescencia no tuvimos ningún tipo de ayuda ni apoyo a la igualdad de oportunidades, vemos con asombro el desparpajo con el que hoy día se pregona y se acude a la subasta (expolio) del esfuerzo y del ahorro de la gente laboriosa, de la gente que sí trabaja y, sí que estudia y con ello hace progresar al país. Este expolio comienza cuando en el aula se le hace la vida imposible al alumno trabajador y brillante. Un brillo insoportable para los que no quieren hacer el mínimo esfuerzo y fían en que todo se les dará de regalo (les dicen que por justicia social).
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No hace falta ser un experto en nada, ni un politólogo de campanillas… sólo hace falta sentido común y capacidad de observar la realidad que nos circunda. La socialdemocracia ha muerto víctima de sí misma.
Durante muchos años vi como mis alumnos traían de casa esa insatisfacción alimentada en las conversaciones de sus padres y de los amigos de sus padres. Pero, ¿por qué aniquilar un sistema que tiene grandes virtudes y que puede convivir perfectamente con el modelo liberal que admite buena parte de la población?
En los países nórdicos donde este modelo tuvo su predicamento los recursos que obtenía el Estado para el reparto provenían de dos fuentes fundamentales: recursos naturales e IRPF-IVA. Para España y los países del sur, con escasos recursos naturales, el proceso para mantener, educación, sanidad y pensiones se ha basado casi exclusivamente en el IRPF-IVA.
Pero si aún así el sistema se mantenía en precario, que pasará cuando ese alumno (ya mayor) ha decidido aniquilarlo para imponer otro “MÁS JUSTO”.
Durante mis últimos años de docencia el ochenta por ciento de mis alumnos no estudiaba nada, ni hacía los “deberes” ni los “no deberes”. Ese alumno holgazán y perezosos aprobaba, luego, todas las asignaturas. Era otra de las “virtudes” de la socialdemocracia: APROBADO GENERAL.
Siguiendo esa trayectoria del alumno holgazán se observa que sus demandas sociales se superan día a día. Educación, sanidad, pensiones y ayuda a la dependencia… ya es poco. Entra el juego demagógico de las comparaciones: ¡NO ES JUSTO QUE UNOS TENGAN TANTO Y OTROS TAN POCO! O como decía mi conserje: ¿POR QUÉ UN MAESTRO TIENE QUE GANAR MÁS QUE UN CONSERJE?
Ese treinta o cuarenta por ciento de la población que abandona sus estudios y queda desenganchada del sistema quiere: móvil, coche, viajes, restaurante… y una buena paga vitalicia. Pues… ¡qué carajo! ¡Es de justicia! Todo este razonamiento insensato tiene su culminación cuando un partido “populista” lo pone en su programa. Entonces, es muy fácil apuntarse a votar al que más da. Eso funciona y lo ha experimentado ya, el Gobierno andaluz. Por tal razón en Andalucía penetra menos Podemos.
La gente sensata piensa dos cosas. Primera que no habrá  dinero para repartir entre tantos (véase la Ley de Dependencia) o, por el contrario, habrá que empobrecer a toda la población (comiéndoles del IRPF-IVA) para poder mantener a esos votantes que demandan darle la dentellada al pastel.
Bueno, pues así como en el colegio los compañeros elegían como delgado de curso al alumno “más follonero”, peor estudiante y de conducta más disparatada. En la sociedad real, se repite la jugada.
Hace años que se veía venir… y llegará. La llegada de los “populismos” será la llegada de la verdadera crisis. De la crisis real. Véase Venezuela.
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