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martes, 13 de agosto de 2013

Agosto2013/Miscelánea. LOS PUEBLOS, LAS FIESTAS Y LA NATURALEZA EN VERANO

LOS VERANEANTES
(La fiesta de la Asunción de la Virgen se celebra, en todas las comunidades autónomas españolas, el día 15 de agosto.)
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A nuestros pueblos, en agosto, más que turistas llegan “los veraneantes” que no son otra cosa que los hijos del pueblo y a la vez, nietos de la emigración. Más de 70.000 personas abandonaron nuestra provincia a finales de los sesenta y los setenta del pasado siglo. Cada vez vienen menos pues los nietos ya notan el desapego de la tierra de sus ancestros. Los que sobreviven a los contratiempos de la vida y de las crisis tornan ávidos por reconocer y recordar aquellos lugares por los que crecieron y jugaron de niños. Buscan las pozas de los ríos donde se bañaban en “porreta”. Las fuentes donde merendaban de lo que había en el “saquillo”. Subir a la gran carrasca que sigue creciendo en el ribazo del bancal. Reconocer la sabina y la “alcacia” donde anidaban los picarazos. Recorren las eran, los pajares y las teñadas donde se afanaban de niños ayudando a recoger el grano y la paja. Llegan a las parideras a reconocer el olor a oveja y a “sierle”. Nombran las cosas haciendo hincapié en su forma genuina y recalcándole al nieto de forma clara su pronunciación, como si sintieran que esta es la última vez que la pronuncian: COR-BE-LLA, ZO-QUE-TA, BA-LAS-TRO.
Bien es verdad que su vida mejoró en la gran ciudad y que en el pueblo no había sitio para todos. Hoy, cuatro tractores “arreglan” el término y los huertos están yermos. Los agricultores de aquí también se han vuelto “señoritos”, como los obreros de la ciudad, van del coche al tractor y del tractor al médico para mirarse el colesterol. Las casas tienen calefacción y ya se derribó el fuego bajo que llenaba de humo la cocina. En las trancas del granero ya no cuelgan los chorizos, las morcillas, las güeñas y los perniles… ahora tienen un arcón o dos, con productos congelados de “mercadona”. La vida no es ni remotamente lo que era. Si acaso perdura algo, es el paisaje. Buscando el agua corriente para las casas se han sondeado pozos y los ríos y arroyos bajan secos. Los años como este, de mucha lluvia, la maleza crece sin conocimiento por las “zaicas”, las umbrías y las barranqueras.
El plato fuerte del veraneante son las fiestas del pueblo que ahora se hacen en casi todos los sitios en agosto o como mucho, a principios de septiembre. Para el Pilar no queda ninguno sin cumplir. Si se quemó la virgen para la guerra se ha comprado una imagen nueva que se saca en procesión y se le tiran cohetes. Se reparte el “pan bendito” que muchos guardan para los enfermos y se dan la “paz” en la misa mayor con gran afectividad y desasosiego. En pocos sitios se “bandean” las campanas como antes, pues lleva su peligro. Las costumbres han cambiado entre los jóvenes. Las peñas han arruinado la convivencia y los que vienen al baile de la noche se traen el botellón incorporado. Se gasta lo justo y se mira el euro hasta el céntimo…
Acabado el veraneo, el aire otoñal peina de nuevo los chopos de la ribera. Si hay robellón vendrán en fin de semana. Luego, el invierno serrano se estira por las esquinas de estos pueblos olvidados en las serranías turolenses. Hasta las fiestas del año siguiente no se sentirá el bullicio, la música y los gritos de la juventud por las calles.
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La banda de música de Encinacorba ha tocado, para fiestas, en centenares de pueblos turolenses.
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Más de ochocientos (800) pueblos de Aragón ha recorrido la Banda de Música de Encinacorba.
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La Banda de Encinacorba fue fundada en 1880 y es la decana de Aragón.
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En cada casa, un músico.
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