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martes, 20 de noviembre de 2012

Noviembre2012/Miscelánea. TERUEL ( V ) LA CATEDRAL DE TERUEL VISTA POR JOSÉ MARÍA QUADRADO

TERUEL
(Quinta  parte)
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Por José María Quadrado y Nieto (1819-1896)
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RECUERDOS Y BELLEZAS DE ESPAÑA (ARAGÓN)
Los templos de Teruel nacieron contemporáneos de la población. Sus heroicos fundadores edificaron nueve parroquias, las ocho en círculo siguiendo el ámbito de los muros, la otra en el centro llamada por esto Santa María de Media Villa; sus ópimos bines formaron un solo cúmulo, y sus prebendas de siglo en siglo fueron patrimonio exclusivo de aquellos naturales. Con todo,  aunque erigida catedral hacia 1577 la parroquia de Santa María, ya de antes colegiata no se presenta tal como pudiera  esperarse ni de su remota existencia ni de su reciente dignidad. Sus tres naves blanqueadas, sus arcadas semicirculares divididas por pilastras sin capitel, sus ventanas desnudas, los arcos irregulares del crucero, el octógono cimborrio de dos cuerpos, el trasaltar que en ángulo recto rodea la capilla mayor, excluyen toda gracia, toda ligereza, toda fisonomía arquitectónica: sus escasísimos adornos son barrocos, si se exceptúa el airoso techo de crucería de las naves laterales (3), y las rejas del coro que labradas por el arte gótico en decadencia ostenta en su remate grandes follajes y ramilletes de delicada ejecución. En el testero del frío templo campea el plateresco retablo mayor, rival de los góticos en la profusión de estatuas y relieves, e imitador de formas y comparticiones, desdeñando con orgullosa modestia revestir su madera de dorados. Ligeras columnas de nichos y figuras dividen el altar desde su basamento en tres comparticiones formadas por tableros horizontalmente sobrepuestos; y entre los misterios gozosos o gloriosos que representan, destaca en el centro la Asunción de Nuestra Señora. Más que la elegancia del conjunto, más que la expresión de las alturas, brilla en esta obra la paciente y esmerada ejecución del mazonero francés Gabriel Joli, tan respetado en vida (1) como lo es todavía su retablo después de tres siglos.
En una capilla yacen los restos del primitivo retablo gótico, cuyo centro ocupaba una pintura de la Coronación de la Virgen. Las dos grandes y majestuosas figuras del Padre y del Hijo revestidas de bordados ropajes ciñen la diadema inmortal a una hermosa y humilde niña, que tal parece en el tamaño la reina de los cielos: arriba en el pedestal y a los lados hay muchas comparticiones cobijadas por dorados guardapolvos del siglo XV, y en las pinturas pulseras entre follajes y figuras de profetas se distinguen varios escudos de armas. A un lado de la capilla aparece un cuadro de las Once mil Vírgenes marcado todavía con algunas de las bellezas y defectos de la escuela gótica y sin embargo no pintado hasta 1628 por Antonio Bisquet, pintor valenciano elogiado por Ponz, que llenó de obras suyas las iglesias de Teruel. Otra capilla  representa la transfiguración del Salvador, cuya estatua entre las de Moisés y Elías respira majestad, y en dos cuadros laterales asisten al misterio los tres discípulos absortos. Hónrase la capilla de los duques de Villahermosa con una famosa copia de la Adoración de los Reyes, de Rubens, hecha por Francisco Jiménez de Tarazona, no menos que con las reliquias de los santos mártires Alejandro, Jacinto, León y Eugenio, y de las vírgenes Jerónima, Margarita y Escolástica encerradas en dos urnas modernas a cada lado del altar. La sacristía entre sus riquezas ostenta dos custodias: la una evaluada en veinte mil pesos y labrada en 1742 por Bernabé García de los reyes, la forman dos templetes sobrepuestos con figuras en los intercolumnios, y termina con una corona imperial; la otra menos rica aunque más elegante, luce sus primores platerescos con sus seis abalaustradas columnas, en el ovalado tabernáculo de su remate y en los dos ángeles de largas alas que sostienen la Hostia santa.

(1)                       Las postizas bóvedas de la principal encubren una techumbre de madera, adornada con notables pinturas policromadas en sus dos vertientes, y con esculturados tirantes que la atraviesan.

(1)               En un libro de Estatutos de aquella catedral se lee: El año de 1536 mosen Juan Navarro y los canónigos hicieron hacer el retablo mayor de mazonería: hízolo maestre Gabriel francés, y el año de 1538 murió dicho oficial: está enterrado en la puerta del coro. Costó como está blanco y sin dorar, veinte mil escudos. En prueba de la consideración tributada a Joli, se halla en otros asientos citados por Ponz: Aniversario día de san Joseph por maestre Yoli imaginario, de quince sueldos a cargo de la fábrica.
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