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martes, 26 de junio de 2012

Junio2012/Miscelánea. VILLARROYA DE LOS PINARES

VILLARROYA DE LOS PINARES
(Jaime I consolida La Ruta de la Lana)
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¿Por qué un santo Alemán en Villarroya de los Pinares? Y, ¿Por qué un Senador de Roma natural de Villarroya fue Auditor del Santo Tribunal de la Rota y dicen que hasta propuesto para Papa por la curia vaticana? San Benón y Francisco Peña son los personajes y la causa del misterio. Algo tendrá que ver en el asunto los manantiales del Guadalope (río de los lobos), o los del “Tosco”, o el hecho de estar situado el pueblo en una vía importante del comercio de la lana. ¡Vaya usted a saber! El caso es que por aquí pasó siguiendo la Ruta de la Lana, Jaime I el Conquistador, el cual partiendo de Gea de Albarracín llegó a Villarroya para practicar la cazar del jabalí, a la que era muy aficionado. Desde aquí partió a Morella a todo galope para evitar que Blasco de Aragón se hiciera dueño de tan estratégica plaza. En Villarroya de los Pinares le hicieron una torre homenaje que hace de campanario y es una admirada maravilla para el viajero atento a los bellos monumentos. Sin embargo, cabe decir que Villarroya es toda en sí un monumento de alto valor y una villa de agradabilísima estancia. La villa la conquistó Alfonso II el Casto, primer rey de la Corona de Aragón, quien la entregó a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Las cárceles del Ayuntamiento están dedicadas a Centro de Interpretación de Francisco Peña y guardar recuerdo del pasado Sanjuanista de la población.
La villa, aunque construida en su parte fundamental entre los siglos XVI y XVII tiene una curiosidad, no siempre bien valorada, cual es la de ser límite norte de los Banu Razín señores de Albarracín y Ludovico Pío, que bajaba desde las posiciones de la Marca Hispánica, en correrías contra los moros.
Impresiona por su majestuosidad la Lonja y la Casa Peña que tiene tantas puertas y ventanas como días del año. Las casas de la villa son de estilo serrano con grandes portalones franqueados por arcos de medio punto y escudos nobiliarios. Tienen abierto al exterior solanar y están dotadas de cambra en lo alto. Recostada junto al incipiente río Guadalope es una población cuidada en detalle, tanto en las calles, como en su nomenclatura. Tiene ceramista, horno, médico, botiquín, casas de turismo rural, fonda y bar.
 Francisco Peña nació en el año 1540 y murió en Roma en el 1612, pero toda su vida soñó con volver a su pueblo y hacia él se dirigieron siempre todos sus pensamientos. Dirigía desde Roma la construcción de su casa y las reformas de la iglesia que quería convertir, en Catedral.
Esta singular villa-roya aragonesa, cuya cota más alta está en los 1.800 metros, recibió recientemente de Alemania una imagen de San Benón para su ermita y fue interprete del acto el sacerdote turolense Cristóbal Navarro. Antes de entrar a la villa llegando de Teruel y a la mano izquierda, entre dos rocas, se abre el camino de Miravete de la Sierra. Miravete de la Sierra merece un espacio aparte dado que, además de la monumentalidad de sus edificios, posee el más antiguo libro de los Fueros de Aragón escrito en romance aragonés.
 En el siglo XIX la población ya alcanzaba las 280 casas y ahora no tiene muchas más dado que algunas de ellas se han dividido entre los herederos, pues son todas ellas de grandes dimensiones y excesivamente amplias para una familia nuclear actual.
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