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viernes, 25 de marzo de 2011

Marzo2011/miscelanea. ALBARRACÍN EN 1887

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LA CIUDAD DE ALBARRACÍN
(Relato del año 1887)
Descripción general.- Albarracín, ciudad, cabeza de partido judicial y de ayuntamiento, con 2.051 habitantes y 877 viviendas.
Historia.- Albarracín aparece por primera vez bajo la dominación sarracena, pero su nombre de Santa María de Oriente prueba de su fundación anterior a la caída de los godos y de la primitiva era del cristianismo. Poseíanla desde el siglo XI los señores de Azaila, en Andalucía; en 1092 sufrió el yugo de los almorávides; emancipada después, se enlazó a las huestes del Cid Campeador, y a mediados del siglo XII fue donada a los Azagra, rico hombre navarro, que se defendió de moros y cristianos, siendo al fin súbdita de D. Jaime I. Conquistada por Pedro III, y cedida a nobles súbditos, fue incorporada definitivamente a la corona en 1357 por Pedro IV, que juró no volverla a enajenar. Expulsados los moros y judíos en 1492, que ocupaban una gran parte de la ciudad, su decadencia empezó de una manera prodigiosa, y ha ido en progresivo aumento hasta nuestros días.
Geografía y topografía.- Yace oculta esta ciudad entre espesas montañas, tremolando sobre sus derruidas almenas la cruz episcopal. Un río le sirve de foso, una escarpada roca de pedestal, y cierran su horizonte encumbrados peñascos en continuada cordillera. De notable poderío en la Edad Media, fortaleza opresora de la llanura, encuéntrase tras arduas cuestas y montes cubiertos de pinares y caminos que horadan druídicas rocas. Modesta vega, forma su reducido valle, y extiéndese pequeño arrabal en derredor de enormes masas de peñas, que, cual muro colosal, guardan la ruda concha y entrada del recodo donde anida el centro de la población.
Asienta ésta en anfiteatro sobre aislada muela, en cuya cúspide sobresalen el ábside y aguda torre de la catedral, sustentada por las rocas, ciñéndole el río y coronando las eminencias inmediatas ancha cerca almenada. Tras agradable subida aparece la puerta principal, con ojiva bóveda, y las 15 calles que serpean en el reducido recinto forman graderías abiertas en la dura peña, y aparecen sombrías por la elevación del caserío, que en algunos portales ostenta escudos y molduras góticas.
En incesante subida se atraviesa la población, y sale por otra puerta que flanquean dos gruesas torres, apareciendo los barrancos que sirven de lecho al mugiente Guadalaviar, que descendiendo de la empinada sierra faldea volcanizadas colinas y desnudas rocas que amenazan continuamente con sus desgajadas peñas cortar y torcer su cauce.
En medio de éste, y a espaldas de la ciudad, álzase sobre soberbio peñasco la imponente elevación y cortado a pico, los restos de la anciana Atalaya, que circunda el indicado río Guadalaviar, lo mismo que a la ciudad. Descansa el caserío y la Catedral sin necesidad de muros en lo más alto del ribazo, incrustado en las peñas sus pilares y contrafuertes, ábrese la cueva de los Judíos en mitad del precipicio; desierto aparece el campo de San Juan, que fue asiento del barrio de judíos, y asoma todavía por entre el caserío sus desmochados muros y torreones aquel célebre castillo que, con el nombre de Torre del Andador, ha ocupado un lugar tan preferente en la historia militar de Albarracín.
Yace en completo abandono la antigua parroquia de Santa maría, unida a la de Santiago, que asienta en el punto culminante de la población.
La catedral tiene una sola nave muy espaciosa, confundiéndose en ella distintos géneros de arquitectura; sus altares, sepulcros, alhajas y ornamentos, aunque ricos, no ofrecen nada de interés para el artista; sobre la enriscada posición del templo y el vasto horizonte que domina la gradería, por la que se asciende a la portada, sus negros y robustos muros la prestan exteriormente más poético carácter.
Posee además Albarracín un sólido hospital, colegio de Padres Escolapios, escuelas de primera y segunda enseñanza, un convento de monjas en medio de la vega, el santuario del Cristo de la Vega, molinos harineros, tintes, batanes y fabricación de paños ordinarios. En el término de su partido existen dos abundantes manantiales de aguas ferruginosas, y en el ameno valle de Valtablado se encuentra un pozo de agua salda, de la que se extraen anualmente unos 140.000 kilogramos de muy buena sal.
Folleto turístico editado, en 1887 en Madrid. Imprenta de Fernando Cao y Domingo de Val. “PLANO Y GUÍA DEL VIAJERO EN TERUEL, ALCAÑIZ Y ALBARRACÍN”
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