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sábado, 22 de enero de 2011

Enero 2011/Miscelánea. UN MUSEO PARA LA BATALLA DE TERUEL

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UN MUSEO PARA REMEMORAR LA BATALLA DE TERUEL
Del 15 de diciembre de 1937 al 22 de febrero de 1938
Por Chusé María Cebrián Muñoz
Cuentan los más ancianos del lugar (y yo ya tengo 61 años) que una vez, hace ya mucho tiempo, hubo aquí una guerra entre hermanos. Para el 18 de julio de 2011 se cumplirá el 75 aniversario del inicio de una guerra y revolución librada entre los malos (los rojos), contra los buenos (los nacionales). Sin embargo nadie lo diría, pues, no encontrará restos de tan cruel y trascendental hecho por ninguna parte. No hay monumentos dedicados a los vencedores, como suele suceder en todas las guerras, ni a los vencidos. No hay nombres de calles, ni de los vencedores ni de los vencidos. No hay tumbas, ni de los vencedores ni de los vencidos. No hay ruinas de la batalla, ni de los vencedores ni de los vencidos. Es verdad que los vencedores dejaron su huella y durante un tiempo las calles se llamaron: “Mártires de Teruel”, “Ronda de la Liberación”. “Plaza del General Varela”, “Calle del 22 de Febrero”, “Viaducto de Calvo Sotelo”, “Jardines y Hogar del Comandante Aguado”, “Calle del General Pizarro” (que no participó en la Batalla de Teruel y sí, por el contrario, contra las guerrillas comunistas tras la contienda), “Glorieta del General Franco”. Todavía pervive la plaza, la escultura y el nombre de un hospital dedicado a la memoria del “Obispo Polanco” (fusilado por los rojos). Setenta y dos años (72) después de acabada la guerra todavía se va a la caza (con pluma y piqueta) de los vencedores (paradojas de la vida). Este año pasado, el de 2010, se le ha cambiado el nombre a algunas calles y ha habido manifestación para retirar el grupo escultórico del padre Polanco en la plaza de Cristo Rey. El Gobierno de España tiene promulgada, hace algún tiempo, la Ley de la Memoria Histórica, mediante la cual, se ha procedido a levantar un buen número de fosas donde se presumía que había habido fusilamientos. Prácticamente no se han encontrado restos, ni de La Batalla de Teruel (2.000 muertos en un día, alrededor de 37.000 en total), ni de los famosos Pozos de Caudé (en realidad Concud, 1.005 fusilados) según reza en una piedra esculpida y colocada en el lugar, sorprende tal certeza, cuando los datos proceden de un vecino de Concud que apuntaba en un cuaderno los sonidos de los disparos. El monolito de la fotografía superior todavía existe, pero en un lugar tan apartado que no es accesible al público en general. La desmemoria, es tal, que las generaciones venideras desconocerán, absolutamente, la trascendencia de lo ocurrido durante casi 75 años de la historia de España. Borradas las calles y los monumentos, desparecidas las tumbas y lápidas, podremos decir que aquí no pasó nada y que la izquierda en su conjunto, aquella cuyos mentores nutrían las famosas “Brigadas Mixtas”, no perdieron ninguna guerra. Se dice que la Guerra Civil Española es una de las que más literatura ha producido en toda la historia de la humanidad. No hay historiador, ni avezado principiante, ocioso aficionado o simple curioso, que no se haya atrevido a escribir un libro que pretendiera ser “definitivo” y decir “toda la verdad” sobre la guerra fratricida. Esta Batalla de Teruel, no tanto al “viajero”, pero sí al turista que llega a Teruel, le pasa totalmente desapercibida a pesar de ser tan trascendental para la ciudad. La batalla llegó a cambiar la fisonomía del trazado urbano de nuestra capital de provincia y se dice que hasta el 75% de la ciudad fue destruida. ¿A qué se debe tanta desmemoria? ¿Dónde están las tumbas de los caídos en la Batalla de Teruel? ¿Dónde los fusilados en las fosas? Nosotros sólo sabemos donde murió el comandante Rafael Tejero Saerina de la Primera División de Navarra y una docena de lápidas en los Pozos de Caudé. Poco sabemos, para tanta guerra y “Batalla”. No hay un museo en la ciudad que nos diga nada, ni la Ley de la memoria Histórica ha proveído nada al respecto. “La Batalla de Teruel” dicen que es famosa, entre otras cosas, por dos razones. La primera, por ser la segunda mayor batalla de la guerra en número de muertos. Segundo, por ser el ejercito republicano, en esta primera ocasión, ya un ejercito comunista. Esto se afirma porque se infiltraba en las Brigadas Mixtas comisarios políticos, de tal forma que el mando ya no era asambleario: el comisario político le pegaba un tiro en la nuca al que no acataba la orden del mando. Sea como fuere, YOGAR dice que el general Rojo entró en Teruel montado en caballo, como los grandes generales de la historia y los de Franco. Aseveración que se han apresurado a negar, taxativamente, toda la izquierda: ¿cómo puede negar un joven lo que sus ojos vieron? Yo creo a YOGAR (Pompeyo García). Por lo demás, está más que justificado un museo sobre la Batalla de Teruel, desde luego, muchísimo más que ese del “trapo” que quieren poner en el Comandante Aguado. A mi, personalmente, el museo me ayudaría a corregir los errores que he cometido en este artículo y me aclararía, también, hasta que grado de "saqueo" fue sometida la ciudad de Teruel.
A LA
MEMORIA
DEL COMANDANTE
RAFAEL TEJERO SAERINA
CAÍDO GLORIOSAMENTE
POR DIOS Y POR ESPAÑA
MANDANDO LA II AGRUPACIÓN DE LA
PRIMERA DIVISIÓN DE NAVARRA
1938
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Este recuerdo a los caídos, nacionales, sufre la desidia y el paso del tiempo.
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Esta virgen románica (siglo XII ) fue partida trasversalmente en dos por las "ordas" republicanas a su entrada al lugar donde aún mora. Como puede observarse por los clavos de la fotografía, la imagen fue seccionada en dos. Cada uno de los dos trozos fue recuperado por  sendas mujeres del pueblo que, tras la guerra, lograron, junto con el herrero del pueblo, unirlas y recomponerla.
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Interesaría, también, conocer este libro: "Evacuation du tresor artistique de Teruel". Barcelona, 1938